Roce infernal
Dicen que Dios nos hizo perfectos, a su imagen y semejanza. Pero cuanto más lo pienso, más me pregunto si Dios tuvo muebles en su casa, si tuvo paredes, algún armario en el que guardaba sus túnicas, una silla favorita, algo con qué tropezar. Estoy convencida de que no, que el reino de los cielos es pura nube. Y es que cada vez que el dedo meñique del pie se encaja en alguna esquina, inmediatamente se nublan los sentidos, te teleportas a una dimensión desconocida de dolor, te mueres, tocas las puertas del cielo y San Pedro te las cierra; bajas al infierno y te devuelven porque aún te falta sufrir en la tierra, y todo eso sucede en cinco segundos. Cinco segundos en los que -además de tu corazón- se detiene el tiempo, el viento y la razón. Es, por mucho, que este dolor fugaz, es el peor de los peores.